Colombia enfrenta una crisis sanitaria sin precedentes, tras un brote de fiebre amarilla que ha cobrado 36 vidas y reportado 79 casos confirmados desde septiembre de 2024 hasta abril de 2025.
El epicentro del brote, el departamento de Tolima, concentra el 77 % de los casos, con 61 contagios y 23 fallecidos, según el Ministerio de Salud colombiano. La letalidad del 46% y la expansión del virus a regiones no tradicionales llevó al gobierno de Gustavo Petro a declarar una emergencia sanitaria nacional el pasado 17 de abril, con el objetivo de frenar la propagación y evitar que el virus llegue a las grandes ciudades.
El brote, originado en áreas rurales del oriente de Tolima, afecta municipios como Prado, Cunday, Ataco y Villarrica, cercanos al Parque Nacional Regional Bosque de Galilea. Sin embargo, casos en Neira (Caldas) y departamentos como Putumayo, Nariño, Caquetá y Meta evidencian una preocupante dispersión geográfica. Expertos señalan al cambio climático como un factor clave, ya que permite la presencia del mosquito transmisor (Aedes aegypti en áreas urbanas y Haemagogus en zonas selváticas) en altitudes de hasta 2.200 metros.
Respuesta gubernamental: vacunación masiva y control de vectores
El Ministerio de Salud de Colombia ha desplegado una estrategia de contención que incluye la vacunación masiva de personas desde los 9 meses de edad, sin límite superior, eliminando la restricción previa para mayores de 60 años. Una sola dosis de la vacuna, con un 99% de efectividad, ofrece protección de por vida. En Bogotá, puntos como la Terminal de Transporte Salitre, el Aeropuerto El Dorado y centros de salud ofrecen vacunación gratuita de lunes a domingo. Las autoridades instan a vacunarse al menos 10 días antes de viajar a zonas de riesgo, como Tolima, los Llanos Orientales o la Amazonía.
Además, 10.000 equipos de salud con 80.000 profesionales han sido movilizados para reforzar la vigilancia epidemiológica, el control de mosquitos y la comunicación de riesgos. El presidente Gustavo Petro anunció un ambicioso plan para vacunar a toda la población en dos meses, aunque expertos advierten sobre posibles desafíos logísticos para garantizar suficientes dosis y una coordinación efectiva.

Riesgo de un brote urbano
La mayor preocupación es que el virus, que no ha causado casos urbanos en Colombia desde 1929, pueda propagarse a ciudades donde el mosquito Aedes aegypti abunda. “Un brote urbano sería catastrófico”, advirtió el ministro de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, al destacar la necesidad de prevenir la llegada del virus a metrópolis como Bogotá, Medellín o Cali.
La fiebre amarilla, que provoca síntomas como fiebre, dolor muscular, náuseas y, en casos graves, ictericia y fallo orgánico, tiene una mortalidad de hasta el 75% en su fase tóxica. La baja cobertura de vacunación en adultos mayores, quienes representan el 32% de los casos, agrava la situación.
Preocupación en los países vecinos
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) reportó un aumento de casos en América Latina, con 61 contagios en 2024 y 17 adicionales en 2025, afectando también a Brasil, Bolivia, Guyana y Perú. En Colombia, las autoridades recomiendan a la población usar repelente, ropa de manga larga y evitar aguas estancadas, además de reportar síntomas de inmediato para una detección temprana.
Con el país en alerta máxima, la fiebre amarilla pone a prueba la capacidad de respuesta del sistema de salud. La vacunación y la prevención son las armas clave para evitar una tragedia mayor. “No podemos bajar la guardia; la vida de miles está en juego”, enfatizó el Ministerio de Salud.
Brasil encabeza las estadísticas
La situación en Colombia no es aislada. Según la Organización Panamericana de la Salud, la fiebre amarilla ha resurgido en la región con 131 casos y 53 muertes reportadas en lo que va del año.
Brasil encabeza las estadísticas con 81 contagios y 31 decesos, seguido por Perú y Bolivia. Los expertos coinciden en que el riesgo de propagación es alto.
Aunque el virus no se transmite de persona a persona, su propagación depende del control del vector y de la inmunización en zonas vulnerables. En este sentido, el reto no es solo colombiano, sino suramericano.
¿Cómo está Venezuela?
Hasta ahora, no hay ningún registro de contagiados actualmente en Venezuela. En febrero de 2025, el Ministerio del Poder Popular para la Salud anunció la recepción de 1 millón 200 mil de vacunas para combatir la enfermedad.
La Sociedad Venezolana de Infectología (SVI) recomendó a la población que si piensa viajar a Colombia o algún venezolano tiene pensado retornar al país, en ambos casos deben vacunarse. Instó también a las autoridades sanitarias a mantenerse alertas para evitar que ingresen al país casos.
«Dado que se trata de una vacuna de virus vivos atenuados, es importante que las autoridades de salud, en consulta con expertos, definan las medidas y recomendaciones específicas para su aplicación en el país. Lo ideal es alcanzar y mantener una cobertura vacunal superior al 95% en las áreas de riesgo», indicó la doctora Patricia Valenzuela, presidenta de la SVI.
Destaca la infectóloga que, según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en 2022, la cobertura vacunal oficial estimada para 2021 era del 76%.
«Es urgente la información con relación a vigilancia y de presencia o ausencia de epizootias, implementación de los protocolos para la vacunación adecuada de la población vulnerable en áreas de riesgo, así como disponibilidad de vacunas en las Unidades Sanitarias con expedición del Certificado correspondiente y control de Aedes aegypti en zonas urbanas», añadió.