Los casos de desnutrición grave no han parado de llegar a las consultas de Nutrición, Crecimiento y Desarrollo del hospital J.M. de los Ríos. Los doctores ven con preocupación cómo los casos de malnutrición por déficit continúan en aumento y cómo las formas edematosas (niños desnutridos con hinchazón) se han vuelto cada vez más comunes puertas adentro en el servicio.

Durante el primer trimestre de 2017, la consulta recibió 29 niños con desnutrición grave. Este año, esa cifra ascendió a 34, un incremento de 17% para el mismo período de tiempo.

Lo mismo ha ocurrido con las formas edematosas, presentes en los niños con un déficit de proteínas y calorías en sus dietas y que se caracteriza por la inflamación del vientre y de otras extremidades. Para el primer trimestre del año pasado, el número de casos evaluados con estas características representaba 31% del total. En lo que va de 2018 la proporción ha aumentado a 41%.

“Los niños con formas edematosas son los que aparecen en momentos de graves crisis“, precisó la doctora Ingrid Soto, jefa del servicio. También advirtió que los casos con manifestaciones pelagroides, enfermedad que ocasiona manchas en la piel y que se produce por la falta de nutrientes, se han vuelto más frecuentes en las consultas, algo que años anteriores era casi imposible de ver.

La anemia también “se instaló” en el servicio de Nutrición, Crecimiento y Desarrollo del principal hospital pediátrico del país. Soto estima que alrededor de 80% de los casos con algún nivel de desnutrición presentan esta afección de la sangre. “Hace poco llegó un niño con una hemoglobina en cuatro”, dijo.

Detalló que, de 500 pacientes nuevos evaluados en el servicio durante 2017, 83,8% presentaron algún grado de malnutrición por déficit y que 19,4% llegaron con desnutrición grave (97 casos). De estos, 13,1% fueron marasmáticos (déficit calórico reflejado en una delgadez extrema) y 6,4% edematosos.

La especialista añadió que 60% de los niños con desnutrición son lactantes, pero no son alimentados con leche materna, que puede brindarles los nutrientes suficientes hasta los seis meses de vida.

“Hay madres que les dan a sus niños leche de vaca diluida con agua. En Falcón hacen lo mismo, pero con leche de cabra. Los estómagos de los niños no pueden tolerarlas. Hay otras mamás que solo les dan a los bebés la leche del Clap, que sabemos que no viene con las proteínas necesarias”, lamentó Soto.

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Plátano, yuca y otros tubérculos se han convertido en los alimentos principales en las dietas de los niños, según explican las madres a los doctores de la consulta.

Esta realidad fue denunciada en la Encuesta Nacional Condiciones de Vida 2017 (Encovi) en el capítulo alimentación, que concluyó que las comidas de los venezolanos cambiaron con la crisis y que la dieta de la población se volvió “anémica”.

“La dieta ahora se centra en arroz, harina de maíz, harina de trigo y tubérculos. Esto es una dieta que podríamos llamar “anémica” porque no aparecen el hierro ni la proteína por ninguna parte”, explicó Marianella Herrera, investigadora de la Fundación Bengoa, en la presentación de la Encovi 2017 en el pasado mes de febrero.

El estudio también reflejó que la harina de maíz, anteriormente el principal alimento en las dietas de los venezolanos y enriquecida con hierro, fue desplazada por el arroz.

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