La historiadora recuerda que la legitimidad política está sost

De la jornada electoral del 28 de julio de 2024, más allá de los resultados anunciados, la historiadora Inés Quintero destaca la fortaleza de la práctica ciudadana de manifestarse a través del voto a pesar de las dificultades. 

Sostiene que la necesidad de la legitimidad política por la vía de la representación derivada del voto es una construcción de más de 200 años, reforzada en las pasadas elecciones presidenciales, que no debe olvidarse sino activarse y que la vía no es la desmovilización.   

En entrevista con Efecto Cocuyo, la Individuo de Número de la Academia Nacional de la Historia aboga por el entendimiento nacional y dejar de avivar la pugnacidad que ha estado presente, aclara, en otros momentos históricos del país.  

También habló de luces y sombras en la historia venezolana, sin atribuirlo a un periodo de gobierno en específico. Al referirse a las luces destaca la construcción de ciudadanía, rastreable, según dijo, a lo largo de la vida de nuestro país. Y sobre las sombras, el ejemplo se reduce de manera contundente a un tema: la práctica recurrente del abuso de poder. 

Desgaste innecesario

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-Este proceso electoral del 28 de julio ha generado posiciones encontradas inevitablemente. Desde la dimensión histórica, no política, da cuenta por una parte de las fortalezas de la práctica ciudadana, de la representación y de la necesidad de manifestarse por la vía del voto. 

-Creo que el gran valor de esa jornada -independientemente del resultado que hubo, producto de la respuesta del CNE (Consejo Nacional Electoral) y de las instituciones, respecto a esos resultados – da cuenta de una vocación, de una voluntad política, de una cultura ciudadana que tiene un larguísimo arraigo histórico.

-Yo creo que el hecho de que los venezolanos se dispongan a salir a votar en condiciones adversas, con condiciones difíciles, en un contexto de pugnacidad, de polarización, de amenazas, de discordias, da cuenta de que es una cultura en la cual, desde la perspectiva histórica, es una construcción. 

-El gran referente de ese episodio del 28 de julio tiene que ver con eso, con el reconocimiento de que aquí en Venezuela, y yo no soy de las que dicen que a partir de 1958, no, desde que se constituyó la República, se planteó la necesidad de la legitimidad política por la vía de la representación. 

-Es una construcción histórica que tiene más de 200 años, pero a través del tiempo se ha transformado el principio de representación; primero eran poquitos, pero después fue más universal. Pero el elemento esencial es que la legitimidad política está sostenida sobre la práctica de la representación. Es un aprendizaje del cual no podemos desentendernos, y sobre todo una experiencia que no debemos olvidar y buscar la manera de reforzarla, de activarla, que tenga presencia en la sociedad en el presente. 

– Pero ahora por lo ocurrido el 28 de julio, la palabra voto, al igual que la palabra negociación, generan mucha resistencia ¿Cómo rescatar de nuevo esas vías en medio del desánimo?

-Hay dos variables, primero la estigmatización, la condena, el rechazo a cualquier elemento que tenga que ver con la negociación y el entendimiento. La política es en esencia negociación. Negociación no quiere decir traición, claudicación, abandono, o sea, normalización.

-La negociación es una práctica que demanda la necesidad de establecer puentes entre los sectores contrarios, diferentes; no solamente entre oposición y gobierno. Es un proceso que implica aprendizaje, convivencia, integración, ampliación de la participación. No puedes desentenderte de ellos ni estigmatizarlos, ni condenarlos a priori. Puedes tener experiencias de negociación no exitosas, pero no implica que la negociación en sí misma sea un fraude o una práctica nefasta. 

-Exactamente lo mismo ocurre con el voto o con los procesos electorales. Los procesos electorales son, independientemente de que sean nacionales, locales, regionales, un mecanismo de ejercicio de la soberanía. Es un derecho y un deber. La abstención como práctica es la negación del ejercicio político del sufragio. 

-Independientemente de que las condiciones son complicadas, adversas, que hay desmovilización y desmoralización, desconfianza, todos esos elementos deberían ser más bien un acicate para revertir esa política de abstención. Si quieres recuperar la moralidad, la movilización, no es desmovilizando, sino haciendo valer este tipo de prácticas y derechos que han sido un elemento de construcción de ciudadanía históricamente en la sociedad venezolana. 

¿Qué opinión le merece los señalamientos entre quienes están a favor y en contra de participar en las elecciones del 25 de mayo?

Un proceso de discusión no implica polarizar, sino todo lo contrario. Si vamos a discutir sobre lo que representa participar o no participar en un proceso electoral por la vía de la estigmatización, la confrontación y la polarización, simplemente no estamos discutiendo, estamos tomando posición. 

-Los calificativos, las condenas, lo mismo que las alabanzas y las apologías son ejercicios morales, no políticos. Es un desgaste innecesario consumirse en condenar o alabar una determinada posición. Más bien es discutir el sentido y el alcance de lo que representa ocupar un espacio político en un proceso electoral polémico, porque sin duda es polémico. 

Tiempo de atender demandas 

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-¿Cuáles son las luces y las sombras de la historia venezolana?

-Si yo fuese a hablar de las mayores luces de la historia de Venezuela, diría que es la construcción sostenida, constante, permanente, enfática, entusiasta de ciudadanía. Los venezolanos hemos hecho históricamente un esfuerzo, pero sostenido, de construcción de ciudadanía que tiene que ver con muchísimos aspectos: defensa de la institucionalidad, participación electoral, defensa del derecho a la participación, a la opinión. 

-En toda la historia de Venezuela uno puede rastrear demandas, acciones, movilizaciones y actuaciones de la sociedad en función de robustecer, ampliar, enriquecer y sostener la práctica ciudadana, pero eso no está tan relatado en la historia, se han relatado más bien las sombras. 

-¿Y cuál ha sido la gran sombra de la historia de Venezuela? Los excesos y los abusos del poder. La gran sombra ha sido una recurrencia histórica a que desde el poder se abusa de las atribuciones, de los recursos y de todo lo que significa el ejercicio del poder, confundiendo los propósitos políticos con la función del Estado. La práctica recurrente del abuso, teniendo el control del Estado, para utilizarlo con propósitos políticos, no partidistas sino partidarios, de quien detenta las riendas del poder. 

El peor gobierno

-¿A su juicio cuál ha sido el peor gobierno de la historia venezolana?

-La verdad es que los historiadores no trabajamos así, en función del peor o el mejor gobierno de la historia. Nos interesa más bien explicar, comprender, entender los alcances de cada proceso histórico, independientemente de la valoración que se pueda tener, que siempre tiene una carga subjetiva.

-Yo creo que ha habido gobiernos muy distintos, unos que han durado más, unos que han durado menos, unos que han tenido más alcance, otros con menor significación. Lo más importante es cuál fue la relación de los gobiernos con la sociedad y cuáles fueron efectivamente sus significaciones históricas, más allá de un juicio de valor que los condene o los ensalce.

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