El próximo capítulo en la tragedia de Grecia y la Eurozona se decidirá nuevamente con el voto de un país severamente polarizado. Los resultados de las elecciones parlamentarias de este domingo 25 de enero podrían significar el fin de la participación griega en la Eurozona, y marcar un precedente para que otros países europeos se sumen a la lucha contra la austeridad.
El parlamento, que lleva como nombre oficial “El consejo de los Helenos” consiste de 300 representantes electos cada 4 años para llevar a cabo la agenda legislativa del país. Entre las funciones del parlamento está la formación de un gobierno nacional, incluyendo la elección del primer ministro y todo su gabinete (es por eso que las elecciones parlamentarias son el evento democrático por excelencia de la república parlamentaria griega). Pero para poder conformar un gobierno se necesita una mayoría simple, es decir, 151 de los 300 parlamentarios deben acordarlo, y si el partido más votado no obtiene suficientes escaños, existe la posibilidad de formar un gobierno de coalición con otros partido para que juntos logren la mayoría.
Así fue el caso del actual gobierno liderado por Antonis Samaras del partido centro-derechista Nueva Democracia, que obtuvo 129 escaños en las elecciones de 2012, y pasó a formar un gobierno de coalición con Pasok, el partido de centro-izquierda que dominó el escenario político durante 3 décadas, pero que ahora apenas se las arregla para sobrevivir. Samaras, de 63 años, fue crítico de las medidas de austeridad impuestas por el FMI, el BCE, y la UE, conocidos en Grecia como “la troika” (el triunvirato), a cambio de más €240 mil MM en ayuda para que Grecia pudiera salir de la crisis financiera en la que entró en 2010 (el programa de asistencia financiera más grande de la historia mundial). Sin embargo, una vez alcanzado el poder, las políticas de Samaras no han sido consistentes con su campaña electoral. Asumiendo una inevitable pérdida de popularidad, el gobierno de Samaras siguió adelante con las reformas y cortes presupuestarios de las que habían sido críticos, bajo el argumento de que Grecia simplemente no tiene opción, y permaneciendo dentro de las recomendaciones y acuerdos establecidos con otros líderes de la Eurozona.
Es en este terreno que surge estrepitosamente Syriza, cuyo nombre es un acrónimo de “Coalición de la Izquierda Radical” en griego. El partido aglomera a socialdemócratas, marxistas, maoístas, trotskistas, ecologistas, eurocomunistas y euroescépticos, unidos por el rechazo a las políticas de austeridad impuestas por “la troika”, y liderados por el joven y carismático Alexis Tsipras. Syriza ha logrado canalizar las frustraciones de una población que siente que las medidas de austeridad no están funcionando como se preveía, y que ahora es tiempo de enfrentar al problema de la deuda con otras estrategias. Desde 2010 se han aprobando una serie de medidas de corte presupuestario, incremento de impuestos, y privatización de empresas públicas, con la intención de tapar el enorme hoyo fiscal de la deuda. Sin embargo, la deuda se sigue extendiendo y las condiciones de vida siguen sin mejorar. La tasa de desempleo juvenil, a pesar de mostrar señales de mejora, se mantiene por encima de 50%, y el desempleo general se mantiene por encima de 27%. Si a esto le agregamos el deterioro de los servicios públicos producto de los cortes presupuestarios, no es sorprendente que un líder joven con una propuesta de “cancelar la austeridad” esté encabezando las encuestas.
Las campañas fueron cortas, pero intensas, y la población se encuentra en un estado de polarización sin precedentes en la política nacional. Por un lado Samaras advierte de las consecuencias de un desacato a los acreedores de la deuda, incluyendo la posibilidad de ser expulsados de la Eurozona y volver a utilizar el dracma como moneda, con implicaciones negativas a corto plazo en la economía local. Por otro lado Syriza propone una ruptura con el pasado que permita salir de lo que para ellos se ha convertido en un circulo vicioso de endeudamiento. Tsipras, quien a los 40 años se convertiría en el primer ministro más joven de la historia griega, representa una posibilidad de cambio no solo para Grecia, si no para todo un sector de la población europea que siente que la austeridad fracasó. Lejos de esconder su visión para Europa, Tsipras se presentó este martes en Atenas acompañado de Pablo Iglesias, líder de Podemos en España, que también ha adquirido popularidad gracias a sus posturas anti-austeridad.
La relación de Grecia con la Unión Europea permanecerá incierta hasta el veredicto electoral. Con la deuda actual niveles insostenibles (175% del PIB), muchos creen que Grecia, aún permaneciendo dentro de la Eurozona y continuando con las reformas, necesitaría reestructurar la deuda para seguir adelante. En la reunión del Foro Económico Internacional en Davos, la canciller Alemana Angela Merkel aseguró que sus esfuerzos políticos siempre han intentado que Grecia permanezca en la Eurozona. Sin embargo. muchos de los 9.8 millones de votantes se preguntan si un triunfo de Syriza los llevaría a ser expulsados (lo que se conoce como el “Grexit”). Quizás las presiones estén basadas en consideraciones económicas reales, y los costos humanos de la rebeldía sean mayores a los de la austeridad. Quizás formen parte de una estrategia de control político para evitar que el fervor de soberanía y anti-austeridad se contagie a España, Portugal, o Irlanda. El futuro de Europa podría estar en juego a través del futuro de Grecia, pero todavía no es tiempo de saltar a conclusiones. Como dijo Merkel en Davos: “lo que pasa después de las elecciones, lo discutiremos después”.