Ibis León / @ibisL
En la cima de la plaza Fabricio Ojeda está Ana de Castellanos. Lleva un sombrero de paja adornado con fotos del fallecido presidente Hugo Chávez en las que está besando un crucifijo, tiene puesta una camisa roja que cubre con la bandera venezolana. En una de las pancartas, que hizo a mano, se lee: “23 de Enero, nunca más un pueblo traicionado”.
Es una de las primeras en llegar, este viernes 23E, a la concentración que partirá desde la populosa parroquia del mismo hasta la plaza O´Leary, en el corazón de Caracas. Son las 9:30 de la mañana y ya en la avenida Sucre, en Caño Amarillo, empiezan a aglomerarse grupos de trabajadores que vienen en representación de la Alcaldía de Caracas, Pdvsa y el Saime, como revelan sus camisas.
En las aceras, los vendedores se apuran en mostrar la mercancía. Exhiben gorras tricolores, rojas, negras y verdes, con estampados del Ché Guevara, Simón Bolívar y Chávez. También hay banderas pequeñas, medianas y grandes: el kit básico para un día de marcha cuesta de 600 a 1.500 bolívares.
Las banderas coloridas identifican a PPT, UPV, Redes y Psuv, cuyos militantes confluyen en la esquina El Taxista. A las 10:30 de la mañana, la concentración de trabajadores de algunos ministerios, Alcaldía Libertador, representantes de las Misiones Sucre, Ribas, Madres del Barrio, Milicia Bolivariana, y demás organizaciones sociales y culturales, llenan los alrededores de la plaza donde esperan los familiares del homenajeado: Fabricio Ojeda -recordado por ser uno de los principales gestores de la Junta Patriótica que derrocó al dictador Marcos Pérez Jiménez la mañana del 23 de enero de 1958-. Allí están con girasoles amarillos y también pintados de rojos y anaranjados.
Con una hora y media de retraso, el alcalde Jorge Rodríguez toma la palabra para recordar a los mártires de la revolución y a los fallecidos en las protestas de febrero y marzo del año pasado. A su izquierda está José Vicente Rangel. De fondo se escucha a la gente gritar la conocida consigna: ¡No volverán!, mientras inician el acto protocolar con la cantata a Fabricio Ojeda, en la voz de Belinda Díaz.
A las 11:40 la gente empieza a caminar. Lo hacen detrás de la gran bandera nacional que sujetan José Vicente Rangel, Iris Varela y otros dirigentes políticos, por toda la avenida Sucre, congestionada a esa hora por la gente que se para en las tarimas instaladas ( cinco hasta la avenida Baralt).
Frente a Miraflores, el militante Balvi Cañas destaca por su curioso disfraz: es un bachaco. Entre sus manos sostiene una pancartica que dice: “Bachaquero, se busca por vendepatria”. Está en la avenida desde las 9:00 de la mañana y forma parte del colectivo Comunicalle. Más abajo, cerca del polideportivo Fermín Toro, la gente empieza a acelerar el paso. A un lado del puente Nueva República, en la misma avenida, se lee, en una pancarta colgada de un árbol: “Le hacemos un llamado al presidente Nicolás Maduro. Somos 18 familias que nos encontramos en la cancha del polideportivo Fermín Toro desde hace un año porque no hemos tenido ninguna respuesta”.
Al llegar a la Plaza O´Leary, luego de un recorrido de 2 kilómetros y medio, destaca la gente que llena las escaleras de El Calvario, hoy parque Ezequiel Zamora. De fondo se escucha a un Chávez que canta Patria querida y repite, una y otra vez: Voten por Maduro.
En la tarima principal Earle Herrera, diputado de la Asamblea Nacional, le da la bienvenida al presidente Nicolás Maduro, quien lanza besos, pica el ojo y saluda al grupo de gente que le grita que lo aman. Otros bromean “¡Maduro, me tienes loco con ese control cambiario, baja el dólar!”, dicen. Algunos empiezan a retirarse, bajan hasta El Silencio, donde está dispuesto un muñeco gigante de Chávez. En esta parte de la jornada roja rojita los vendedores también hacen su agosto e imponen sus precios: el agua “bien fría” la venden en 30 bolívares.
En una hora y nueve minutos, el Presidente finaliza su alocución en la que alza el tono de su voz, luego de la falla de sonido que dificultó que se escucharan las palabras de la madre del diputado Robert Serra (asesinado el primero de octubre de 2014); del hijo de Eliézer Otaiza (muerto el 26 de abril de 2014), además de la hija del alcalde Rodríguez y de José Vicente Rangel.