Los desacuerdos en el seno de la oposición, la dispersión del voto, la desconfianza que persiste en el Consejo Nacional Electoral (CNE) y el escepticismo en cuanto a la utilidad de participar, son factores que juegan en contra de un triunfo opositor en las elecciones regionales y municipales del próximo 21 de noviembre.
Faltan tres semanas para estos comicios y politólogos consultados por Efecto Cocuyo creen que es muy difícil remontar la cuesta, aunque no imposible. El escenario más probable para el 22 de noviembre, advierten, es la mayoría de alcaldías y gobernaciones en manos del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv).
«Los números se han movido poco desde julio, en cuanto a la participación electoral. La campaña ha tenido poco efecto sobre la decisión de ir a votar y por quién. Se estima que habrá una elección de mediana a baja participación, entre 40% y 45% y eso es una mala noticia para la oposición, porque los que están seguros de votar están con el Psuv», señala el politólogo Benigno Alarcón.
El elector duda
Alarcón, director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno (Cepyg-Ucab), indica que quienes tienen más dudas sobre participar o sobre la transparencia de la organización de los comicios y para qué servirá votar son los electores que no apoyan al Gobierno de Nicolás Maduro.
«Hay baja expectativa sobre el avance que permitirá esta elección, la gente no cree que sirva para algo. Aunado a ello, los niveles de desconfianza en el CNE, a pesar de que se eligió uno nuevo, que es menos desequilibrado, no han mejorado, siguen siendo bajos», apunta.
Por su parte, la politóloga Carmen Beatriz Fernández coincide en que la contienda electoral tiene grandes dificultades, porque la crisis económica y social, más la pandemia por COVID-19, sí pesan mucho a la hora de mover al electorado no chavista. La razón, son las pocas esperanzas de que algo cambie.
«Esta contienda se hace en un país donde 80 % está favor de un cambio político y 20 % no, pero eso no se traduce en resultados electorales. En principio, porque la discusión sobre votar o no en dictadura no es menor; tanto unos como otros tienen argumentos poderosos, luego vienen otros factores», sostiene.
Para Alarcón, la posición que mantiene el presidente de la Comisión Delegada Legislativa, Juan Guaidó, de no llamar a votar tiene una gran influencia, porque pese a que ha bajado su popularidad, sigue siendo el principal referente en el liderazgo opositor.
Guaidó sobre el #21Nov: no hay condiciones para denominar esto como una elección
Guaidó insiste en que aún no están dadas las condiciones para unas elecciones democráticas en el país, por elementos como las inhabilitaciones políticas y la confiscación de partidos con sus tarjetas electorales. También cree que estos comicios no son la salida a la crisis y sigue apostando porque se puedan lograr elecciones generales a través de las negociaciones en México. Conversaciones que por cierto, están paralizadas desde el 17 de octubre por la extradición de Alex Saab a Estados Unidos.
«No pinta bien»
Incluso, llamando a votar Guaidó, aclara Alarcón, se pudiera reducir la abstención entre el electorado opositor pero, subraya, con la dispersión de votos no se ganará la mayoría de los cargos.
«La revolución tienen 3.082 candidatos y las oposiciones más de 60 mil», se ufana el jefe del comando de campaña del Psuv, Diosdado Cabello. El CNE corrobora esta realidad al ubicar la cifra de candidaturas a gobernadores, Consejos Legislativos, alcaldes y concejales municipales en 70.244 candidatos.
En los estados y municipios, los candidatos con la tarjeta de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) no compiten solos contra el Psuv. Hay abanderados inscritos por organizaciones fuera de la oposición mayoritaria, como el chavismo disidente, la llamada Alianza Democrática (oposición moderada) y los independientes.
Uno de los casos más emblemáticos de desacuerdo está en Miranda, donde está cantado que la dispersión de votos entre el candidato de la MUD a la gobernación, Carlos Ocariz, y el de Fuerza Vecinal, David Uzcátegui, dará el triunfo al actual mandatario por la reelección, Héctor Rodríguez (Psuv).
«Esta elección no se ve bien para la oposición. El gobierno juega con la ventaja de la división y la dispersión del voto que se profundiza en casos como Miranda. La dispersión del voto es el peor enemigo de la oposición, más que la intención de voto, cada quien votará por alguien distinto» alerta.
La estrategia del chavismo
Alarcón no espera más de tres gobernaciones para el antichavismo si se toma en cuenta el panorama actual, a poco más de una semana del arranque de la campaña electoral (28 de octubre). Fernández prefiere no hacer pronósticos pero señala que el escenario más probable luego de los comicios, es el de un «mapa rojo».
Candidaturas unitarias de oposición: entre desacuerdos y peleas por tarjeta de la MUD
«La fragmentación de la oposición obedece a una estrategia del Psuv, de vieja data como la del emperador Julio César: ‘Divide e impera’. Esta táctica ha devenido en la creación de grupúsculos de oposición hechos a la medida de los intereses del gobierno, los llamados alacranes están entre ellos representados por los partidos y tarjetas intervenidos por el Tribunal Supremo de Justicia», sostiene Fernández.
La oposición no solo está dividida en lo electoral, también en temas como el manejo de activos en el exterior (caso Monómeros), lo que a juicio de los analistas aumenta el desánimo de la militancia opositora.
Fernández advierte que tales diferencias hacen que el mensaje opositor (en este caso de que vote por sus abanderados con la promesa de un cambio) no llegue al electorado, porque no está unificado. En consecuencia, la MUD no ha logrado polarizar las preferencias entre sus candidatos y los del Psuv.
¿Qué resta por hacer?
¿Está todo perdido para la oposición en estas elecciones? Fernández cree que pese al panorama, la oposición cuenta con un importante activo que es la tarjeta de la MUD, por todo lo que representa. No duda que si se le suman acuerdos de última hora que unifiquen candidaturas, a la oposición le puede ir mejor el 21 de noviembre.
De producirse declinaciones de candidaturas a favor de otras – hasta el 11 de noviembre hay oportunidad de hacer cambios ante el CNE- no se verían reflejadas en la boleta electoral por falta de tiempo.
«No se está haciendo lo que se debe hacer, sin unidad no hay nada que hacer, hay poco tiempo y dudo mucho que se produzcan acuerdos porque eso implica que hay gente que tiene que renunciar a su derecho a ser elegido. Si estuviéramos en democracia, todas las candidaturas serían bienvenidas, pero esta vez los demócratas tienen que unirse frente a los que no lo son», asevera Alarcón.
Las divisiones en las candidaturas a las gobernaciones se replican en las alcaldías. En Caracas, por ejemplo, el riesgo de dispersión de votos entre el candidato de la MUD, Tomás Guanipa y de Alianza Lápiz, Antonio Ecarri, favorece a la almiranta Carmen Meléndez, del Psuv.