Como reza la letra del viejo bolero: «la historia vuelve a repetirse»… El más férreo bastión opositor del país cayó de nuevo en la tentación de la abstención y con ello el oficialismo regresa al Palacio de los Cóndores.

La estampa que predominó en los centros electorales de la capital Zuliana y su vecina San Francisco este domingo 25 de mayo fue el vacío, la apatía, la soledad. José Meléndez, el cuidacarros de uno de los centros electorales más grandes de Maracaibo, el colegio San Vicente de Paúl, estaba decepcionado. No solo porque habían asistido pocos electores -con lo que las propinas también eran escasas-, sino porque en otrora rojos y azules “traían de todo. Se iba uno full con comida. Me vine con una bolsa negra grande y parece que me la voy a llevar vacía”.

Un testigo de la mesa #2 en el Liceo Los Robles, al norte de Maracaibo, confirmó que hasta la 1 de la tarde, habían votado muy pocos electores. Pero es que así ocurrió  en casi todas las mesas de todos los centros electorales de la región.

El resultado terminó rompiendo todas las apuestas: Luis Caldera obtuvo 64,65% de los votos, unos 455 mil, que, según el total de votos nacionales, representa el 10% del alcanzado por el chavismo en toda Venezuela, mientras que Manuel Rosales obtuvo 35,34 %.

Sin embargo, entre los dos no alcanzaron el millón de votos en un estado donde están inscritos 2 millones de electores.

La famosa movilización de Un Nuevo Tiempo (UNT), partido que fundó el hasta ahora gobernador del Zulia, Manuel Rosales, solo sirvió para convertirse en opositor que perdió con menos margen de votos en el país.

La ecuación era simple: mientras menos votaran más chance tenía Luis Caldera, el candidato oficialista y exalcalde de Mara, de convertirse en el nuevo gobernador del estado. Y así sucedió…

Y es que además del llamado a la abstención hecho por María Corina Machado, en la “desmovilización” del Zulia pudo influir también el factor Guanipa. Apenas 72 horas antes de los comicios, fue detenido Juan Pablo Guanipa, quien  ha tenido, por años, un enfrentamiento con Rosales, enfrentamiento que quedó aún más en evidencia el pasado martes cuando el dirigente ahora encarcelado acusó,  en un video publicado en redes sociales,  al gobernador del Zulia de ser un “colaborador” del Gobierno de Nicolás Maduro.

Electores vs. abstencionistas

Oliver Gutiérrez, de 38 años de edad y asesor de ventas, votó en San Francisco y no dudó al contestar que  él siempre vota, “porque eso es lo único que está en mis manos por hacer.  Yo digo que no votar es como si en un juego el otro equipo no se presenta. Claro que no estoy contento con lo del 28 de julio, pero ajá ¿qué otra cosa podemos hacer? ¿Si no votamos, qué hacemos?”.

Amanda Gil, de 19 años y estudiante de arquitectura, quien se estrenó como votante el año pasado, apenas se enteró de que el domingo se celebrarían elecciones porque el viernes quiso irse de rumba y le aclararon que había Ley Seca. Acudió al colegio Los Maristas, donde se graduó y donde ejerce su derecho, por presión de su familia. “Yo no sé ni por quién voy a votar”, confesó.

En cambio, María del Pilar Urdaneta, de 42 años y gerente de un taller de pintura para carros, a la pregunta de si votaría el domingo repetía como un mantra y cierto dejo juzgador: “ya yo voté el 28 de julio”.

Los rojos celebran y Rosales listo para seguir

Mientras, en el chavismo celebran el regreso al poder en el  estratégico estado Zulia que tantas veces le fue esquivo “al proceso” y que cuatro años atrás perdieron con una aplastante diferencia de votos.

Caldera, alcalde desde 2004 en el municipio Mara, tiene la responsabilidad de trasladar la imagen que por años conservó entre sus electores de la guajira a su nuevo cargo, pero debe, por sobre todas las cosas, borrar el sinsabor que la gestión de Omar Prieto dejó en los zulianos.

El lunes bien temprano en su cuenta de Instagram, Caldera se apresuró a agradecer al partido y los electores por la confianza y añadió “ahora vamos juntos, derrumbando muros y construyendo puentes de amor por nuestra tierra, a consolidar cada logro y a seguir venciendo”.

Más tarde, Rosales reconoció la victoria de Caldera y le deseó suerte, lo que también deseó para quienes dentro de la misma oposición le adversaron “ojalá no les toque arrepentirse”.

Es fácil pensar que tras esta derrota y tras un largo ciclo político en el estado donde fue alcalde y gobernador en tres ocasiones, Rosales quisiera  retirarse, sin embargo, aseguró que está “listo y enflusao” para continuar haciendo política, siempre apostando al voto como mecanismo de cambio.

En opinión de un político que conoce de cerca a ambos bandos, pero que prefiere resguardar su identidad, Caldera “no tendrá, como tampoco (tuvo) Rosales, ninguna capacidad de resolver el negativo impacto económico que generan la irregularidad en la prestación del servicio de electricidad, el deficiente servicio de agua, los bajos ingresos o remuneraciones de los trabajadores de la gobernación y de los sectores en general, el gravísimo deterioro de la vialidad que comunica con el sur del lago, la espantosa situación de los centros hospitalarios principales”.

Lo más grave para él (Caldera), según la fuente, es que “lleva el peso subjetivo, pero peso al fin, de la ilegitimidad. El Zulia es una sociedad que rechaza al madurismo. Fue electo solo por la coyuntura que encuentra a la oposición dividida y una abstención de 80%”.

Tampoco tuvo flores para el derrotado: “Su ego le hizo creer que su liderazgo era ‘inmune’ al factor nacional. Ocurre que MCM es también vista como líder en esta región.  Se sobrestimó en demasía: su candidatura estaba cuestionada por el Zulia opositor que ya no podía entusiasmar ni movilizar”.