La emergencia humanitaria compleja que vive el país se ve agudizada por lo que significa la pandemia del coronavirus. Una emergencia durante la emergencia nos obliga a tomar medidas extraordinarias en muchos terrenos, incluyendo el político.
Afrontar la gravedad del problema que actualmente atraviesa Venezuela obliga a un acuerdo institucional que permita juntar todas las voluntades del Estado para adelantar con la mayor eficacia posible las decisiones que sean necesarias.
En concreto, quienes hoy tienen el poder de facto requieren de la Asamblea Nacional, pero también de gobernadores y alcaldes de la oposición. La oposición, encabezada por Juan Guaidó, debe comprender que sin la institucionalidad del Estado actual no es posible dar una respuesta urgente, masiva y eficaz para favorecer la población.
Aun cuando se está en estado de excepción, bajo la modalidad de estado de alarma, la constitución es nuestra máxima norma y todo lo que se haga debe estar dentro de sus parámetros y mandatos.
Se requiere con urgencia buscar recursos a nivel internacional. Una modalidad para lograrlo puede ser bajo la figura de préstamos. De acuerdo a la constitución, deben ser aprobados por la Asamblea Nacional. Maduro y su equipo debe canalizar esas solicitudes y los parlamentarios, con carácter de urgencia, aprobar la solicitud para gestionar los recursos indispensables.
Ante la emergencia, una comisión y equipo interdisciplinario
Es necesario, para generar confianza en el uso de esos recursos, que se cree una Comisión Especial, constituida de mutuo acuerdo para fiscalizar la utilización y rendir cuentas después a las instituciones y a la población.
Puede crearse un equipo interdisciplinario en materia de salud que, coordinado por el Ministerio de Salud, convoque a profesionales diversos, independientemente de sus posiciones políticas. Este equipo actuaría con los directores de salud de gobernaciones, así como con las facultades de medicina de nuestras universidades para adelantar un plan nacional de atención al coronavirus. Con sensatez, amplitud y pensando en las necesidades de la población este equipo de trabajo debería asumir la dirección de todo lo concerniente a las medidas a tomar y la información pública de los resultados.
Los tiempos de emergencia humanitaria que vivimos exigen que los políticos, sin deponer sus posiciones y aspiraciones legítimas, busquen consensos mínimos. Están en juego vidas. No es cualquier cosa. Si ya ha habido diálogo para buscar soluciones a la confrontación política, esa apertura para debatir debe estar ahora presente, pero con la velocidad que la emergencia impone.
Tal vez avanzando en estos acuerdos, en medio de la actual emergencia, se puedan crear mejores condiciones para que, cuando salgamos de ella, se avance en un diálogo que nos conduzca a la reinstitucionalización, el rescate de la democracia y la justicia.
***
Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
Del mismo autor: Nueva policía para más terror