Este 30 de mayo, el periodista y activista Carlos Julio Rojas cumple 400 días de haber sido detenido tras ser acusado de intento de magnicidio en contra de Nicolás Maduro. Varios de sus compañeros de actividad social reclamaron este viernes por su liberación, al asegurar que durante todo ese tiempo de prisión no ha podido comprobarse su culpabilidad.
Desde la Candelaria, bastión de la lucha social de Rojas, uno de sus abogados, Rafael Maimone, recordó la necesidad de rescatar los derechos humanos en Venezuela, de los cuales resaltó el de la libertad de expresión y de pensamiento.
“Exigimos respeto por quienes ejercen la comunicación como oficio y la liberación de todos los periodistas presos, en especial por Carlos Julio Rojas, quien ha evidenciado los problemas locales, regionales y nacionales del país”, dijo.
Por su parte, José Gregorio Ochoa, exconcejal de Caracas, enfatizó durante una pequeña protesta que Rojas, aun en prisión, se ha convertido en un líder nacional y símbolo de resistencia.
«Sus batallas globales y locales por la defensa de la propiedad privada en su parroquia la Candelaria son un claro ejemplo de su compromiso. Además, su lucha por la libertad de expresión desde el Colegio Nacional de Periodistas y sus acciones para la restitución de servicios públicos como el agua y la luz en favor de los derechos ciudadanos lo consolidan como un defensor de los derechos humanos», expresó.
Por su parte, Rafael Araujo, popularmente conocido como «El Señor del Papagayo”, ratificó la calidad humana y profesional de Rojas.
«Conocí a Carlos Julio Rojas durante la expropiación del Sambil. Desde ese entonces, siempre me aba; participamos juntos por los derechos humanos de las personas afectadas. Hizo un trabajo extraordinario, y mucha gente puede dar fe de su labor. Ayudó a muchísimas personas de la comunidad y del país. Es una persona de gran calidad, muy profesional, un gran periodista. Las pruebas lo demuestran, y yo lo confirmo».
Los activistas sociales resaltaron el galardón que recientemente recibió Rojas de la Fundación latinoamericana CADAL, el Premio Graciela Fernández Meijide, que obtuvo por su “trayectoria y valentía, como el de muchos otros prisioneros políticos en la región, como símbolo de la lucha constante por la justicia y la democracia en un contexto de represión”.