Era fácil encontrar a Leonardo González en tres sitios: En el Kromi Market de Prebo, donde trabajó como jefe de mantenimiento durante 17 años; en los hospitales y casas hogares de Valencia, donde servía como voluntario de Dr. Yaso; y en las convocatorias de la oposición en su comunidad, El Guayabal. Los tres espacios quedaron vacíos luego de que el hombre de 48 años fuera acribillado por la Policía Municipal de Naguanagua el pasado jueves, 27 de julio, en el segundo día de paro fijado por la Mesa de la Unidad Democrática. Compañeros de trabajo, vecinos, amigos del voluntariado y pacientes lo extrañan por igual.

González fue “acribillado” por Policarabobo en una manifestación el 27 de julio en su comunidad. “Se formó en junio de 2014 y ya tenía tres años como payaso“, contó a Efecto Cocuyo Mercedes Rojas, coordinadora de Dr. Yaso en Valencia. “Un día dimos un taller en supermercado donde él trabajaba y quedó enganchado. Tenía una sensibilidad muy especial, mucha calidad humana”, recordó.

“Doctor Cotillón” era su nombre de payaso, una identidad que adoptó con el voluntariado y que le hacía olvidar las preocupaciones de ser adulto. Una identidad para reencontrarse con su niño interior antes de alegrar a pacientes y abuelos. “Él escogió ese nombre y decidió que quería llamarse así porque le recordaba a los cotillones que recibía de pequeño cuando iba a las fiestas. Dijo que siempre había sido gordito”, recordó Rojas.

Junto a Dr. Yaso, el doctor Cotillón visitó ancianatos, orfanatos, refugios y hospitales. El Hospital Central de Valencia era uno de los más visitados por el equipo de voluntarios que se colocan una nariz roja, vestimentas coloridas y una bata blanca para hacer olvidar, así sea por un ratico, cualquier condición o enfermedad. Sin embargo, el lugar por el que González sentía más cariño era el servicio de Oncología Pediátrica del Hospital de Carabobo. Allí perdía la noción del tiempo jugando y coloreando con los más pequeños.

Su ingreso a Dr. Yaso coincidió con la partida de sus hijas en busca de un futuro mejor. Actualmente, sus tres hijas viven en el exterior.

La lucha de González no solo fue en los hospitales, sino también en su comunidad. Allí participaba en las convocatorias de la oposición en busca de un cambio a la situación del país. Lo hacía como podía: trasladando a las personas, ayudando con la logística u ofreciendo comida a los manifestantes.

El pasado 16 de julio participó como voluntario en el plebiscito convocado por la oposición. Con su franela de Yo soy libertador, animaba a la gente a participar en la consulta popular y bromeaba diciendo que su mesa conseguiría la mayor cantidad de votos.

Su compromiso por cambiar el país lo mantuvo ocupado los últimos meses. “Le decía a los demás voluntarios que estaba entregado a la lucha por la libertad de Venezuela y que retomaría las frecuencias de sus visitas cuando la situación cambiara”, relató Rojas.

Múltiples disparos propinados por la Policía Municipal de Naguanagua pusieron fin a la vida de Leonardo González. Sonriente, alegre, carismático, trabajador, honrado, bondadoso, guerrero, colaborador y, por sobre todo, humano, son las palabras con las que describen al doctor Cotillón.

“Era una persona alegre, como lo somos la mayoría de los venezolanos. Hoy nos tocó a nosotros, los payasos de hospital, pero esto le ha venido pasando a madres de familia desde hace meses”, aseguró Rojas. “Nosotros esperamos justicia, así sea divina; pero no podemos desmayar. Debemos seguir siendo un factor de cambio, alegría y reconciliación”.

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