Un total de 70 % de estudiantes de Fe y Alegría en el oriente del país no regresó a clases
En las escuelas de Fe y Alegría del oriente de Venezuela 70 % de los estudiantes aún no vuelve a las aulas Credit: Unicef

Los salones de clases de Fe y Alegría en el oriente venezolano están vacíos. A casi un mes del nuevo año escolar 2019-2020, 7 de cada 10 estudiantes no han regresado a las aulas.

El director regional de Fe y Alegría en esta zona del país, Yolmer Meza, explicó que el año 2018-2019 la matrícula escolar con la que se cerraron en sus 19 planteles de cinco estados orientales fue de 15.061 estudiantes. En septiembre, para el nuevo año académico, de ese número apenas el 45 %  (6.770) manifestaron su intención de volver a las aulas, pero hasta la fecha solo 2.166 estudiantes están inscritos formalmente.

Fe y Alegría tiene cinco escuelas en Monagas; seis en el estado Sucre; una en Nueva Esparta y siete en Anzoátegui. La realidad es dura y «crítica» dice el directivo. 

Las razones son conocidas: los estudiantes no tienen uniformes (pese a que no se los exigen en Fe y Alegría), tampoco útiles y menos comida o dinero para que sus padres puedan movilizarlos a las aulas. Otros han sido dejados con familiares, mientras sus padres prueban suerte y migran a otros países de Suramérica.

El programa «Todas y Todos a la escuelas» que se viene aplicando en los planteles de los estados fronterizos del país con el apoyo de la Organización de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) comenzará también en el oriente venezolano, que le permitirá conocer a fondo el por qué de este ausentismo escolar.

Determinarán si es por la falta de a servicios públicos como agua o transporte, si es más por la alimentación o la partida del país de los padres y representantes de los niños y adolescentes.

«Los estudiantes no van porque no tienen que comer y los padres no los mandan. La escuela apenas tiene el arroz y la pasta, y los pocos que asisten usan el servicio de comedor. Pero además es impresionante ver lo que cuesta un cuaderno y un lápiz, estamos haciendo lo posible por hacer la recolección del cuaderno; no estamos exigiendo ningún uniforme en nuestras escuelas, porque la idea es que puedan tener un espacio y se le brinde calidad de educación», dijo Meza a Efecto Cocuyo.

Docentes ausentes

Pero no solo son los estudiantes y sus padres lo que padecen las consecuencias de la emergencia humanitaria compleja venezolana. Los docentes, que este 10 de octubre convocaron a un paro nacional en todo el territorio nacional, también sufren.

Fe y Alegría tenía hasta julio de este año 1.286 trabajadores, entre maestros, personal istrativo y obrero. En septiembre el 50 % de los docentes no había vuelto a las aulas y un mes después aunque asisten más, la queja es que el sueldo que reciben lo ven apenas como «un bono de movilización» para llegar a las escuelas.

Meza puso dos ejemplos claros; hay docentes que cobran 53 mil bolívares y gastan en pasaje hasta 40 mil bolívares; los de mayor experiencia y con postgrados pueden tener un sueldo de 140 mil bolívares, pero deben disponer de 70 mil bolívares en transporte público; solo les queda la mitad que ya no sirve para comprar un cartón de huevos.

En el oriente, a Fe y Alegría le faltan unos 180 maestros; en las materias tan básicas y necesarias como matemática, biología, química, física e inglés; pero también docentes integrales o de preescolar. El área más crítica son la de especialistas, que son unos 40 que requieren porque sus escuelas son técnicas.

«Como nuestras escuelas son técnicas, son los especialistas de mención los que más necesitamos. Un docente que puede dar clases de Mecánica, prefieren ir a salir a trabajar mecánica, reparar carros y ganar mucho más dinero; otros de Electrónica se ponen a trabajar a reparar televisores porque eso les da más ingresos. Prefieren emprender, trabajar de casa y así no gastan en movilización», sostuvo Meza.

Pero también los docentes migran, como el personal obrero y istrativo. Las vacantes de este tipo de trabajadores también es significativa.

Periodista venezolano. Escribo con la esperanza de mover conciencias que promuevan cambios. Activista social y defensor de derechos humanos.