La fiesta de la embajada estadounidense en Caracas fue una declaración política-amorosa con fuegos artificiales incluidos. Los últimos años, la celebración del 4 de julio pasaba desapercibida por estos lados del trópico. La distancia diplomática entre ambos países no permitía gestos grandilocuentes. Solo discretos comunicados de felicitación y si acaso algún sencillo cocktail. Pero todo esto dio un vuelco  luego de que apareciera una foto del presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello con el consejero del Departamento de Estado de EEUU, Thomas Shannon en Haití. Era la confirmación gráfica de un acercamiento sorpresivo y por lo menos aparentemente cordial.

En la entrada, un arco de globos azules, blancos y rojos. Protocolo entregando bandanas de los mismos colores -de esas que usan los vaqueros junto a la camisa de cuadros- varias estaciones de licor y comida. Música en vivo, jazz y un trombonista que parecía recién llegado de Nueva Orleans. La expectativa abierta de que pudiera ir la canciller, Delcy Rodríguez, para terminar de sellar un cambio de actitud, un camino de entendimiento que abrió Raúl Castro a través de las negociaciones que lleva adelante desde hace 18 meses y que se verán coronadas con la inauguración de las embajadas en La Habana y Washington DC el próximo 20 de julio.
Todavía estaba caliente el asiento en el que se había sentado el día anterior el presidente de la comisión de política exterior del Senado de los Estados Unidos, Robert Corker cuando la fiesta alcanzó su máximo nivel. El legislador no se quedó para celebrar en Valle Arriba, ya había cumplido su misión. Estuvo con los principales dirigentes de la oposición -era de esperarse pues María Corina Machado publicó una carta de invitación abierta al legislador. Pero también se sentó con funcionarios del Gobierno. A diferencia de Shannon que responde directamente al presidente estadounidense, Barack Obama, Corker planificó este viaje por iniciativa propia. El vino porque quiso.
No se publicaron fotos con Cabello ni con Rodríguez, pero fue la primera parada que hizo durante su visita que fue muy bajo perfil. Solo atinó a tomarse algunas imágenes con el defensor del pueblo, Tarek William Saab.
“Todas, absolutamente todas las reuniones fueron muy respetuosas. Se desarrollaron en los mejores términos. Pero el tema de los presos políticos siempre estuvo presente” aseguró una fuente que prefirió mantener el anonimato. Fue un tópico que se abordó sin miramientos, aunque también entraron en el espectro de discusión las relaciones diplomáticas, economía, política y  las elecciones. No obstante, en esta ocasión no se llegó a la inminente posibilidad de la liberación.
Sobre las razones por las que no se dio el encuentro entre Nicolás Maduro y el senador hay muchas hipótesis . Una de ellas apunta a que el presidente venezolano se negó a entrevistarse con el visitante y lo dejó plantado. Pero esto no tendría sentido en el marco de negociaciones que llevan adelante el país norteamericano y Cuba. Hay otra un poco más sofisticada. Cabello pretende monopolizar  las relaciones con el gigante estadounidense. Para los efectos prácticos ya es el presidente de la comisión de amistad entre Venezuela y Estados Unidos. Sí, así es. Y su movida con Shannon y ahora con Corker, solo busca ratificarlo como el interlocutor legítimo cuando se trate de propiciar el acercamiento. Por último, existe una hipótesis que por más alocada que parezca, tiene cierta receptividad en algunas fuentes gubernamentales y no. “El desencuentro simplemente ocurrió por ineficiencia, porque nunca lograron sincronizar las agendas. No hubo intención ulterior, solo mediocridad’. Esto solo hubiese podido ocurrir si la visita hubiese sido completamente espontánea y sin previo aviso. Una sorpresa para el día de la independencia.
Antes de partir, Corker dejó un mensaje muy claro. Mostró preocupación por el rumbo de la “revolución” y desandó el camino de la cortesía diplomática.
“La verdad es que Maduro desperdició una oportunidad única de tener un acercamiento con Estados Unidos. No es común una visita como la de Corker y él es un hombre influyente. Aunque republicano, hay quienes lo señalan por sus ideas más liberales. En cualquier caso, hay intereses comunes entre ambos países  que son innegables y que podrían favorecerlos a los dos, pero sobre todo a Venezuela que atraviesa una difícil situación económica” señaló un alto funcionario diplomático, que no se mostró sorprendido por este giro. “Esta nueva actitud hacia los Estados Unidos está enmarcada en las conversaciones con Cuba y con Raúl Castro. Entre las peticiones del militar se incluyeron algunas relacionadas con  Venezuela; en parte porque les interesa que la situación de su más importante aliado mejore,  y en parte porque querían engordar e internacionalizar su cartera de exigencias”.
En la fiesta del 4 de julio se quedaron esperando a la canciller que no llegó, así como tampoco una airada carta de respuesta al duro mensaje de Corker. En lenguaje muy poco diplomático: quedaron tablas, aunque con la expectativa de que esta no será la última visita a Venezuela, y que vendrán más fotos con Cabello y en la próxima quizás incluyan una selfie con Maduro.

Reportera. Periodista de Investigación. Emprendedora. Directora Editorial de Efecto Cocuyo.

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